I.
No querías sorprender a nadie,
esta vez sin dilaciones, sin tonterías ni sutilezas…
Bienestar
y felicidad, resonaban en tú cabeza, se te ocurrían mil maneras de machacar
ambas palabras, pero esta vez no, esta vez había que echar el resto, tenias que
elevarte, tenías al menos que intentar despegar los pies del suelo.
Llego el
momento de mirar al horizonte y perderte en él, de mirar el presente a la cara,
de fijar tus lágrimas en sus ojos y de desafiar a la vida, tirándola por el
precipicio.
Ese precipicio
que habías creado con el tiempo, que en un abrir y cerrar de ojos se había
rellenado. Lleno de incredulidad, de confianza y de ganas de seguir adelante.
No podías decir
que no, no podías volver a caer en el error, los limites habían sido erradicados,
desterrados, eliminados de tu rutina, tus pies ya estaban acostumbrados a
demasiadas piedras, a cuantiosos tropezones, era el momento de actuar.
¡Para! No sigas
. . . Gritaste.
No puedo más,
¡Detente! Son mis ganas de vivir . . .
Ahora lo
tenias, habías conseguido una mano de ases, esa que ahora se refleja en tu
mirada, y donde frente a ti, esta tu rival, ese que esconde la dichosa escalera
de color.
El Croupier
seguía repartiendo, seguía dando esas cartas que harían que el ‘Black Jack’
fuese al fin, tuyo.
No era la
primera vez, ni iba ser la última, pero tan solo era una más, una más de todas
esas veces en las que tan solo intentaste ser feliz.
Esa sensación
de libertad que nos crea el aire salido de su boca. Esa otra escalofriante
manera de vivir, dando tumbos, pero quieto.
Rasgaste las
cuerdas, quebraste la voz, afinaste tu vida y comenzaste a caminar.
Pupilas
diminutas, dedos adormilados, ahora miras a través de esa ventana, meses
después, y ves algo raro, algo bello, algo grande y lleno de vida, ves ese
paisaje que añorabas, observas como se mueve, como se tambalea por el ruido,
entiendes porqué te trasmite lo que siempre sentiste, esa paz, esa calma,
logras ver más allá, llegas a la cumbre, ves ese brillo, ese azul que te conmueve,
ves tu sonrisa, te ves a ti.
Tu reflejo y tu
intenso interior rebotan en el cristal, te hacen fuerte, te recomponen y te
hacen levantar de la silla.
Gritas, elevas
los brazos y abres la ventana; el frío te hiela, pero tú más caliente que
nunca, saltas y te elevas, notas como el pelo tapa tus ojos, como cubre tu
rostro, tus gestos, tu mirada . . . terminas intuyendo como al fin tienes todos
los ingredientes para esta vez sí, echar a volar.
¡Te sentías
gigante!
En ese momento
algo inunda tu guarida, el silencio se hace con todo . . .
¡Reaccionas!
Al poco de
asimilar aquel éxtasis repentino, aterrizas, inspiras y la coges . . .
Tus dedos se
deslizan como nunca, tu mirada esta fija en la pared, ellos se mueven solos,
las cuerdas vibran, la voz engorda tu garganta cuando de repente, comienza a
sonar . . .
Esa, quizás la
perfecta melodía desafinada de unos labios rozando otros, de ese caramelo
deshaciéndose sobre la piel, de esos abrazos que quedaron atrás, en el tiempo,
que crees que ya no tendrás.
Esas miradas
que decían todo sin querer decir nada, esas veces que deseabas y no podías . .
.
Continuará . . .
Las buenas creaciones siempre me sacan lágrimas, sonrisas, y crean escalofríos.
ResponderEliminarGarbanzos.
Cierto. Habrá mas y mejor. Da gusto estar 'codo con codo' (virtual) contigo.
ResponderEliminarGarbanzos, lentejas y lo que sea. (::