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lunes, 17 de junio de 2013

TU FELICIDAD NO DEPENDE DE MÍ

Vivir con la esperanza de una vida mejor, de una vida en tu propia casa, decorada a tu gusto, con tu sofá, tu guitarra, tus pijamas rotos, es una buena forma de imaginarte tu vida y una mejor forma de empezar estos párrafos llenos de esperanza, imaginación y esfuerzo.

Mientras tanto sobrevivo, y aunque no sea quien quiero ser, intento no volver a ser el mismo, ni a convertirme en alguien extraño para mí, para mis sueños, mis ideas, para mi propia vida.

Pasan los días y sí, sigo vacío. Que si vendo amor, esperanza, gratitud . . .  y no, nada de eso, sólo es ese papel bonito de fuera, ese lleno de celo con el que se envuelven los regalos enormes y huecos, ese papel que no deja ver el mazacote espeso y complejo que siempre  compone a una persona.

Piel tras piel, poro tras poro y después de haber visto tantas uñas hundir mis centímetros de piel,  nada de eso ha hecho sacar el ‘YO’ que llevo dentro.

Sumergido en una relación fugazmente maravillosa, fui consciente de mis limitaciones y mucho más de mis grandes excesos, de mis grandes y estrepitosas actuaciones en tantos momentos, esas que hacían seguir a dos personas hacia adelante, cuando no había ni horizonte a dos milímetros de distancia.

Después de tanta divagación y tanta insensatez por mi parte(s), el resumen es sencillo, os diré todo lo que he aprendido en este puñado de meses.

Con 22 primaveras a las espaldas, viviendo en el mismo sitio, con la misma gente, he llegado a la conclusión de que jamás podre ser feliz.

Y es tan sencillo porque sé lo que es la felicidad sin haberla vivido. Porque he vivido la felicidad al vivir en la distancia y en la amargura. Es cierto eso de que de tanto imaginar algo soñado y tanto vivir y odiar lo vivido, terminas viendo 'la tierra prometida', viendo la puta felicidad. A la que yo llamo, utopía estancada.

Ser feliz es levantarte todas las mañanas con los brazos hacia arriba, estirándote e intentando tocar el cielo, pisar la alfombra y sonreír, conseguir mirar al espejo y ver  tu cara de sueño y tus pelos de loco.

Ser feliz es que se te quemen las tostadas y tener que rasparlas con el cuchillo, que el zumo sea natural (con pulpa, por supuesto), que tengas un colacao enorme con sus grumos flotando en el vaso.

Ser feliz también es desayunar con la señorita Joplin de fondo, con un ese sol cegador entrando por la ventana y estar pensando lo mucho que podrías cambiar el mundo si alguien te dijera: ¡ESTÁS CONTRATADO!

Ser feliz es tirarte en el sofá, beber cervezas toda la mañana, pensar en la playa, en descansar aún más, en qué cojones hacer con tu vida y con esas mañanas improductivas y pensar en todo el dinero que no quieres tener para no ser como el resto de gente que es materialmente feliz.

Ser feliz es todo eso y más, sí, pero todo eso son mis días, todos y cada uno de los días, una tras otro.

Son mis lunes, mis martes, mis viernes y mis domingos. Es tan sólo cuestión de matices, esos matices que hacen dar el punto exacto a ese gran compuesto, la dichosa y deseada felicidad, tu felicidad.

Matices como un abrazo por la mañana, como el hacer una tostada más, como unos brazos que te rodeen por detrás y te agoten la respiración de repente.

No hay que engañarse, todos en verdad tenemos a esa persona, a esa que nos hace felices aunque ella la mayoría de las veces ni lo sepa.

Esa persona, esa esperanza que se trasforma en tu imaginación, esa que te hace esforzarte hasta lo más profundo de ti.

Esa esperanza es un tercio de la felicidad, el otro tercio es la imaginación. Y diréis: ¿Qué chorrada eso de la imaginación, no? Pues no, imaginar todos los días lo que tu esperanza te da, es otra de las mayores satisfacciones que te pueden dar en un día cualquiera.

Imaginarte ser feliz día a día es gracias a la esperanza y ya que es lo último que se pierde (antes que la dignidad y el Rock N´ Roll, claro) hagamos lo posible por luchar por lo que queremos.

El último tercio es el esfuerzo. Para mí, la parte más importante, ya que, sin esfuerzo no existe imaginación, ni esperanza.

Esa ‘’persona’’ que nos puede llegar a hacer felices, que repito todos tenemos o podemos llegar a tener, puede ser una familia unida, una pareja, una nomina a fin de mes, una maleta llena, una guitarra afinada, unos amigos borrachos, un cigarro ‘natural’, un rubio de metro noventa, ojos marrones y pantalones caídos  o una morena de metro sesenta, nariz diminuta y culo respingón.

Total, vuestra felicidad no depende de mí, depende de vuestra esperanza, de vuestra imaginación y de vuestras ganas  de esforzaros ese día cualquiera.

Sed felices a vuestra manera, mi esfuerzo se agota y mi imaginación se apaga, por lo que seguiré con la esperanza de seguir enamorado, enamorado de mi forma de ver la vida, esa que me ha tocado así porque sí.

Es hora de vernos como somos, que al final esa ‘persona’ y tú sois uno, somos uno. Soy yo.

Y recuerda, ‘’Un día que no te esfuerces en ser feliz es un día perdido’’.

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