Fieles Seguidores

martes, 14 de febrero de 2012

"Quizás sea la hora . . ."


"Hoy cupido está vendido en un mundo de vencidos . . ."

Sigo siendo experto en conjugar el verbo fracasar, en días como estos es cuando más aflora mi odio al sistema, mi rencor al mundo que nos rodea, mi pesar y mi  desgracia por encontrarme inmerso como el que más, en esta rutina que antes denominaba vida.

Consumir, gastar y volver a consumir, círculo vicioso y veloz que a todos atrapa y no hacemos más que luchar para nada, no tenemos ningún rumbo. Sobrevivimos en una jungla llamada sociedad, al grito de ¡sálvese quien pueda! Y todo a contracorriente.


Todos queremos o al menos soñamos con cambiar el mundo, empecemos por cambiar nosotros, por modificar hábitos, por comportarnos como personas y no como buitres sin co”razón”. E ahí la clave, desde la base, desde allí es de donde se empieza a tejer todo,  es allí donde se vislumbran las posibles metas, las posibles salidas a este caos autosugestionado. Allí es donde tenemos que comenzar la intervención social de nuestro mundo, de nuestro futuro inmediato.

Hoy San Valentín, hace dos meses navidad, dentro de poco carnaval, otra vez rebajas, día del padre, día de la madre, del hijo y del espíritu santo, y así seguimos, nos engañan como a míseros idiotas y todos en manada nos dirigimos a lo mismo, a las mismas cosas, a los mismos gustos, incluso “tenemos” las mismas necesidades . . . y todo con la escasez de recursos (que siempre ha existido claro),  y nada, seguimos igual, y por mucho que se diga, por mucho que se diga, por mucho que sepamos que tenemos que luchar, no nos engañemos, esto así no cambia, no cesa, no cesará, siempre habrá opresores y oprimidos, siempre habrá buenos y malos, siempre habrá mucho y siempre habrá poco.

Soy de los que cree en vosotros, en nosotros, en mi mismo cuando no sueño, cuando me autoconvezco de que podemos y puedo, de que debo y debemos dar una patada en el enorme trasero “adinerado” de todos los que no viven la realidad como es, de esos que no sufren y hacen sufrir, de esos que por su “suerte” o “trabajo” siguen viviendo en su burbuja, de esos a los que el olor a mierda jamás les llega, de esos que miran con desprecio a alguien por no ser “normal” según su jodido y asqueroso criterio.

Nuestra actual sociedad necesita de nosotros al igual que los opresores, pero nosotros a ellos no les necesitamos, ellos dependen directamente de nosotros, de nuestro trabajo, de nuestro consumo, de nuestra poca habilidad para esquivar sus engaños. Es nuestra única ventaja, es nuestra única arma para destrozarles, debemos concienciarnos y al menos pensar en un mundo mejor, ¿por qué no? ¿Utópico? Si, y ¿Qué? Si cosas más difíciles se han visto, yo ahora, visto lo visto no me quedo sin aliento, yo lucho.

Esa máquina que todos tenemos debemos desempolvarla  y hacerla funcionar, esa máquina social, potente y duradera hay que conseguir hacerla andar,  enseñarla a no volver a tropezar. 

¿No estáis cansados de cuentos? ¿De noticias? ¿De palabras? Es la hora de decir no a días como hoy, es hora de darnos cuenta que lo que por inercia se hizo otros años no tiene porque repetirse este. Hoy ¿por qué no?, puede ser el único día que tenemos de “derecho a no ser felices”, los 364 restantes tienen que ser nuestros 364 san valentines, nuestras 364 oportunidades de luchar por la felicidad que otros coartan.

Quizás no sirva de mucho,

Quizás (solo) sean palabras,

Quizás solo produzcan risa,

Quizás solo malgaste tinta,

Quizás gente me comprenda,

Quizás gente se contenga,

Quizás muchos ni leeréis,

Quizás menos confiareis.


Pero la cuestión es; ¿Quizás no sea este nuestro mundo?

No lo sé, acabo de entrar en mi cama y sigo ciego, sigo sin ver, como cuando nací, como cuando comprendí que jamás me sentiría como los demás. Que si hoy no suena, mañana lo hará.

No veo el mundo, pero tal como escribo, siento.

Es hora de dormir, o al menos volver a soñar, todo por vosotros, por mí, por el sonido a libertad y aun más, por el  sonido a felicidad.

¿Habría apagado la luz?

Quizás . . .


martes, 7 de febrero de 2012

Ficción de mi realidad utópica.

No hay lugares donde pueda explicar lo que siento, aquello que cuando te tengo entre mis manos siento. 

Eres dúctil y a la vez consigues volverme frío, me haces escurrirme como el hielo sobre el cristal. Eres mi alteración, mi alteración de alteraciones en estos grandes y torpes centímetros de piel reseca.

Como ritmo de tambor me vuelvo redoble al instante, ese instante en el que decides ir, decides dirigirte hacia esos labios demasiado tímidos e inexpertos, que desde hace rato claman al cielo el roce de esa carne tan prohibida y soñada hace días.

Por mucho que anochezca necesito sanar lo que será en pocas horas mi amanecer, me consuelo con el esperar fines de semana no tan finales, termino consiguiendo vaciarme y llenarme de mi, día tras día, logro recordar cada instante para que mi cerebro idiota no reseteé por costumbre todos y cada uno de esos instantes que tanto puede  aprovechar, y que como tonto con piruleta deje escapar, aunque no del todo claro.

Borracho de sueños de poco alimento, consigo cumplir mi tercer, cuarto o decimosexto día sin verte. Cuando llega el momento, las sonrisas salen solas, al igual que los roces de nuestras inoportunas manos, pero sigo sin saber el porque de todo, el porqué de tener valor de seguir igual que cuando comenzamos a caminar.

El valor es cosa de valientes (o eso dicen), pero al igual que boca con dientes, consigo morder, pero no tragar. Es un circulo demasiado vicioso que necesito abrir y conseguir derrochar a raudales esa confianza que tanto siento, pero no demuestro.



Creo que es hora de coger las maletas, de no cambiar, pero si mejorar, es el momento de no contar y  conseguir pillar a la vida el ritmo que lleva, me he vuelto un arrítmico, y hay que ponerse a la altura.

Ya valió eso de querer ser un príncipe azul desteñido, de ser feliz a ratos y eso de hacer amigos de aquí para allá. Necesito hacer funcionar esa maquinaria que sé que tengo. La clave son las herramientas precisas para el montaje (en lenguaje para cortos, sentimientos), se que las tengo.

No es pensarlo más, es esquivar la soledad y dejar de estar fatal. Dejaré de ser ese extraño que habita dentro de mí. ¡Resurgiré!

Es hora de sacar el palo y limpiar las telarañas, las que obstruyen todo lo que en verdad soy, lo que en verdad intuyes. Es hora de entonar el vals del adiós




Me voy pero no llores tu, no estés triste
Me largo porque no soy tu mejor opción
prefiero no ver tus ojos al despedirme
y a ser feliz en otra 
canción.

Huir fue mi costumbre cuando hay tormenta,
mi traje de cobarde me sienta bien,
que pronto se hizo tarde pido la cuenta,
dos besos de propina y hasta otra vez.

y brindo por esas noches donde todo era 
alegría,
esa mezcla de sonrisas y rock and roll,
Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos,
valía mas el bar de abajo que toda nueva york.

Me voy cantando el vals del adiós...

Acepto la derrota como costumbre,
asumo tu destierro por solución,
ya no arde la madera no queda lumbre,
cenizas de un pasado, que ya pasó.

Y brindo por esas noches donde todo era 
alegría,
esa mezcla de sonrisas y rock and roll,
Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos,
valía mas el bar de abajo que toda nueva york.

Me voy cantando el vals del adiós...


Estampida a deshora, pero necesaria. 
Ofrecí, y poco recibí, por eso así decidí.



Entradas...