Fieles Seguidores

martes, 7 de febrero de 2012

Ficción de mi realidad utópica.

No hay lugares donde pueda explicar lo que siento, aquello que cuando te tengo entre mis manos siento. 

Eres dúctil y a la vez consigues volverme frío, me haces escurrirme como el hielo sobre el cristal. Eres mi alteración, mi alteración de alteraciones en estos grandes y torpes centímetros de piel reseca.

Como ritmo de tambor me vuelvo redoble al instante, ese instante en el que decides ir, decides dirigirte hacia esos labios demasiado tímidos e inexpertos, que desde hace rato claman al cielo el roce de esa carne tan prohibida y soñada hace días.

Por mucho que anochezca necesito sanar lo que será en pocas horas mi amanecer, me consuelo con el esperar fines de semana no tan finales, termino consiguiendo vaciarme y llenarme de mi, día tras día, logro recordar cada instante para que mi cerebro idiota no reseteé por costumbre todos y cada uno de esos instantes que tanto puede  aprovechar, y que como tonto con piruleta deje escapar, aunque no del todo claro.

Borracho de sueños de poco alimento, consigo cumplir mi tercer, cuarto o decimosexto día sin verte. Cuando llega el momento, las sonrisas salen solas, al igual que los roces de nuestras inoportunas manos, pero sigo sin saber el porque de todo, el porqué de tener valor de seguir igual que cuando comenzamos a caminar.

El valor es cosa de valientes (o eso dicen), pero al igual que boca con dientes, consigo morder, pero no tragar. Es un circulo demasiado vicioso que necesito abrir y conseguir derrochar a raudales esa confianza que tanto siento, pero no demuestro.



Creo que es hora de coger las maletas, de no cambiar, pero si mejorar, es el momento de no contar y  conseguir pillar a la vida el ritmo que lleva, me he vuelto un arrítmico, y hay que ponerse a la altura.

Ya valió eso de querer ser un príncipe azul desteñido, de ser feliz a ratos y eso de hacer amigos de aquí para allá. Necesito hacer funcionar esa maquinaria que sé que tengo. La clave son las herramientas precisas para el montaje (en lenguaje para cortos, sentimientos), se que las tengo.

No es pensarlo más, es esquivar la soledad y dejar de estar fatal. Dejaré de ser ese extraño que habita dentro de mí. ¡Resurgiré!

Es hora de sacar el palo y limpiar las telarañas, las que obstruyen todo lo que en verdad soy, lo que en verdad intuyes. Es hora de entonar el vals del adiós




Me voy pero no llores tu, no estés triste
Me largo porque no soy tu mejor opción
prefiero no ver tus ojos al despedirme
y a ser feliz en otra 
canción.

Huir fue mi costumbre cuando hay tormenta,
mi traje de cobarde me sienta bien,
que pronto se hizo tarde pido la cuenta,
dos besos de propina y hasta otra vez.

y brindo por esas noches donde todo era 
alegría,
esa mezcla de sonrisas y rock and roll,
Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos,
valía mas el bar de abajo que toda nueva york.

Me voy cantando el vals del adiós...

Acepto la derrota como costumbre,
asumo tu destierro por solución,
ya no arde la madera no queda lumbre,
cenizas de un pasado, que ya pasó.

Y brindo por esas noches donde todo era 
alegría,
esa mezcla de sonrisas y rock and roll,
Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos,
valía mas el bar de abajo que toda nueva york.

Me voy cantando el vals del adiós...


Estampida a deshora, pero necesaria. 
Ofrecí, y poco recibí, por eso así decidí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas...