La valentía ni se tiene ni se adquiere, simplemente la usas cuando en verdad te sientes solo, cuando te sientes ansioso y sobre todo cuando temes que nada podrá solucionar lo que está ocurriendo en ese preciso instante.
Me aparto del mundo, me alejo de mi giro de 360º sobre las calles de este invierno otoñal, me intento evadir de miradas, palabras, de cosas que no quiero sentir ni oler. Me escondo tras mi capucha y sigo caminando, caminando por aquel lado de la calle por el que nadie pasa, por el que se pisan charcos ennegrecidos, por donde los coches siempre aparcan de mala manera...
Me subo a las aceras, mantengo el equilibrio, retuerzo mis tobillos, veo mi reflejo en esos escaparates empañados por bostezos sin sentido, mis odios estallan del rock incesante, consuelo mi mirada con infinitos no vislumbrados y sigo necesitando ese abrazo que nunca llega, ese tenue susurro de tu voz, que sin saber porque, siento me daría mi chute de valor, mi chute para decir nunca más.
La fuerza que a veces me flaquea.
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