“Después de tanto tropezar, dando tumbos he llegado aquí…”
Por si las moscas, suelo ser de los que piensa firmemente que todo llega a su fin, que todos alguna vez tenemos que decir basta, que siempre hay algo con lo que tropiezas una ultima vez… que hasta la mejor película del mundo, esa que parecía nunca terminar, terminó.
El espíritu de superación es fundamental en estas ocasiones, no puedo decir que no a más cosas en vida, no puedo renegar a ser o al menos intentar ser feliz, pero… ya son demasiados hachazos seguidos, son constantes, cada vez que intentas hacer algo fuera de lo normal, ya existe alguien o algo para que todo retroceda, para que todo no consiga funcionar como debiera. Para que ya no vuelvas y te recuerden una vez más que no siempre te ha ido bien.
Te paras, piensas, vas a hablar, te callas, sigues pensando, tiemblas, los nervios siguen recordándote que no estas acostumbrado a eso, estas decidido, sigues pensando, vuelves a callarte, miras al suelo, miras a los que tienes alrededor, los conoces (aunque a veces no lo parezca…), consigues hacerte ver por un segundo, pero al final se hace el silencio, no logras vencerlo, no terminas de arrancar, y todo ¿Por qué? Porque no eres así, porque estas forzando una maquina cuya función no es esa, su función es la de siempre, la de ser como eres tú, como te quieren los que en verdad te conocen, los que en verdad te quieren para algo y no para cuatro risas, cuatro copas o cuatro polvos.
Achacas todo a tu inmadurez, a irresponsabilidades inexistentes, a vicios enfundados, a sueños mal soñados y sobre todo lo achacas a tu día a día, a tu no saber estar, a tu poca valentía frente a la vida…
Tu vida sigue siendo un vendaval, no la controlas, no quieres ser feliz a largo plazo, hay miedo, hay pasotismo, porque ya conoces uno de los malos resultados de el ser feliz, el que al final duela… por eso ahora consigues ser feliz al día, como el pan recién hecho, al día siguiente ya esta duro y tienes que comprar uno nuevo. Te conformas con pequeñas dosis de afecto de desconocidos, que conoces lo justo, pero no necesitas más, no necesitas tu dar más, solo quieres intentar evadirte de la realidad, de tu puta y cruel realidad… la de una persona cobarde, escasa de fuerzas y que sabe utilizar muy bien sus recursos para conseguir los que necesita, pero es todo una farsa.
Todo eso se termina, y la vida te da y te dará lo que tu la diste o la puedas dar… pero tú la das lo que te interesa, lo que te apetece, eres una persona caprichosa con el destino, y cuando intentas buscar la terrible calma, necesitas la dosis de energía que te haga volar… esa que algún día faltará y nadie estará para acercarse a dártela…
A unos les duele el corazón cantando, a otros llorando, a otros gritando, otros se marchitan en un cruel silencio… yo soy mas de escupirlo, de echarlo fuera, pero lo malo que siempre me cae encima, y todo lo que escupí, se estrello contra mi.
Yo, tu, el, ella… enloquecemos solo con el hecho de pensar en que hubiera sido de nosotros si hubiéramos conseguido esto o aquello… pero ya de nada vale, ahora todo es gris, se olvidaron las risas, nadie esta para ti ya que no fue buena idea el haber llegado a aquí… haber llegado a tales extremos porque nunca estuvimos seguros, nunca pensamos en perder y al final nos perdimos nosotros, nos perdimos entre la espesa y húmeda niebla de madrugada, a oscuras y sin un haz de luz para guiarnos…
Ahora sientes que algo no va bien, mentiras creídas, y al final… despedidas.
Más trabajo para tu desquebrajado corazón, nada de suerte y mucha desdicha…
Cruces de caminos inesperados, sensaciones aun mas inesperadas, los viejos zapatos se quedaron sin sus duras suelas, derrotas que no llegaban, malas rachas olvidadas, pero el pañuelo se desgasto de tanto usarlo, las cenicientas se agarraron el traje y echaron a correr (las prisas apretaban)…
Al final las mil razones para no estar a su vera salieron a la cruda luz del alba y esta vez el whisky no mezclo con la coca cola, entro por la garganta de un trago…
Por si las moscas, estaré aquí, tendiendo mi vida al sol, en la cuerda de tender desolación, recordando que antes de llegar ya quise quedarme y antes de marcharme ya quería volver…
Sabes que te extraño.
AXVI
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