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domingo, 9 de septiembre de 2012

Prosa básica.

Han pasado muchos meses y aquí sigo, sin poder mirar atrás, intentando no ver como el tiempo pasa, intentando no analizar la realidad que me hace introducirme en lo que veo de los demás y no me gusta, viviendo a base de intentar.

Estamos en tiempos difíciles, donde cuesta decir la verdad, donde cuesta aún más ser sincero, en tiempos donde la persona más infeliz, la más triste y la que tiene que huir y callar, es la que mas sonríe, la que más fuerza da con su carácter, con sus detalles, la que siempre está ahí.

Todo este tiempo, ha sido raro, raro como un árbol que pasa las noches a la intemperie sin mover ni una de sus hojas, sin inmutar, raro como una veleta que no encuentra destino, como aquella botella sin vino. Raro.

Mis acordes siguen en pie, al ritmo, a mi  ritmo. Puede que me sienta mejor, puede que siga sin muchas ganas, puede que siga como soy, a días.

Pero sabes que importas a demasiada gente y lo valoras temporalmente, piedras que se cruzan, que no las recoges, simplemente te paras, simplemente las miras y luego la patada, la que te hace perderles de vista. No tienes paciencia, solo miras adelante, el presente pasa, solo eso. No te paras.

Tiempo para pensar, prejuicios por aniquilar, nada por dónde empezar. Encuentras remedios donde nunca creerías encontrar, en personas, lugares, en ti mismo. Te sientes solo, y a la vez repleto. No tienes guitarra, y aún así, aporreas al aire con intención de que suene como el que más. Necesitas llegar al éxtasis de esa luz que todo lo cura, esa que antes conseguía hacer renacer a cualquiera.


Meses dependientes llenos de recuerdos, de suspiros y de lamentos. En estos momentos cuando no sabes nada, ni del inicio ni del punto y aparte, es cuando no te importa el final feliz, es cuando valoras la historia, es cuando estés triste o no, tú, te aferras.

Vergüenza y pena van de la mano, no desespero, quiero estar y no quieres, no queremos. 

¿No podemos?

Nuestras manos se llaman, nuestros ojos se buscan, nuestros pies se encuentran, cada uno en una dirección, cada cual a su bola, a su rollo, a sus amigos, pero no, seguimos en la mente del otro, no podemos darnos la vuelta y fundirlo todo de repente, sin temores, sin complicaciones. 


Todo lo retorcemos, en contra del tiempo, en nuestra contra. Seguimos igual.

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